OMNÍVOROS

Siendo fisiológicamente como somos unos cazadores mediocres, faltos de garras y grandes colmillos, es seguro que originariamente incluso antes que como recolectores debemos asumirnos como carroñeros.

De ésta capacidad para alimentarse absolutamente de cualquier desperdicio radica nuestra supervivencia como especie, hasta el punto de que no hay para nosotros otro competidor en el desierto a parte de los cerdos.

Nuestra actual y aparentemente privilegiada situación frente a otras especies se basa en esto y en una particular y cruel forma de desarrollar nuestro ingenio. Ambas cosas nos han permitido que nos nutramos de alimentos desnaturalizados, deshidratados y reelaborados en sustancias imposibles que nos han inmunizado incluso ante nuestra propia tendencia a auto aniquilarnos.

Como en definitiva de lo que comemos sólo resta lo que defecamos, el llamamiento no es otro que el de solicitar en lugar de aquello menos perjudicial para la salud, aquello que hace del festín una celebración.

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