Partiendo de que el propio acuerdo de la realidad es prueba de la raíz creadora de toda criatura: El creador en un sentido singular es tan sólo quien sabe nutrirse de aquellos estímulos que de forma refleja son rechazados por el resto con una nausea.

Para nuestra labor debemos ser por igual voraces predadores, pacientes rumiantes, indiscriminados carroñeros e incluso coprófagos con un cierto deleite por lo histórico del mismo modo que un niño disfruta de los cuentos.

Este es un espacio concebido para acoger estómagos fuertes y sanos, capaces de nutrirse de cualquier cosa al margen de su sabor.

Este no es un espacio para artistas plásticos, escritores o músicos, no al menos en un sentido común de dichos términos. Este es un espacio para creadores con especulaciones erráticas, independientemente de si una rancia tradición los engarza entre los anteriores o si los retienen como físicos, químicos, matemáticos, médicos, psicólogos o cuantas parcelas el deseo de conocimiento ha ido concibiendo a lo largo de la historia para superar su vértigo.

El nexo de unión que niegue las distancias entre disciplinas debe encontrarse en la médula común que es la cualidad de cada una de las supuestas para interferir en el modo de comprensión de la realidad y por tanto en su forma de aparecer y nuestra relación con ella.